“El punto de la felicidad” nos sumerge en el ritmo cada vez más acelerado del suministro de alimentos y la aparición de nuevos procesos tecno-capitalistas. La película nos lleva desde oscuras cocinas y platós de publicidad de alimentos hasta almacenes gestionados por inteligencia artificial. Un repartidor atraviesa la ciudad en bicicleta hasta un remolque improvisado donde los trabajadores preparan hamburguesas. Robots movidos por algoritmos zumban por una extensa red de cajas y unas impresoras 3D apilan capas de datos generados por ordenador para producir alternativas alimentarias. Basándose en el concepto de palatabilidad óptima, “El punto de la felicidad” revela la relación entre automatización y trabajo humano, y el modo en que se entrecruzan la estética y la política alimentarias. Junto con Future Foods (2020) y Agrilogistics (2022), completa una trilogía sobre regímenes alimentarios escópicos.
El reino vibrante y táctil se hace perceptible sensualmente con medios fílmicos puristas. Este viaje cinematográfico combina imágenes en cámara con rayogramas, en los que el bosque se transfiere directamente al material fílmico. El resultado es un complejo collage que establece hábilmente una conexión entre el cine estructural tradicional y la urgente cuestión de la actual crisis climática.
El recuerdo de una niña sobre un niño llamado Moon.
Una mujer sueña con el criptógrafo estadounidense Hal Finney. Una grave crisis económica afecta al mercado de las criptodivisas, decenas de miles de personas están criogenizadas a la espera de un futuro mejor. ¿Están suspendidos o cayendo al vacío? ¿Qué extraña relación tenemos con el futuro?