El actual revival por la cultura de los años 80 en los últimos años con películas como Drive (2011) de Nicolas Winding Refn, sumado a fenómenos televisivos como Stranger Things inspiraron una nueva cultura musical que toma las enseñanzas e imaginarios de directores como John Carpenter o David Cronenberg como punto de partida para sus composiciones. Artistas como Nightcrawler, Com Truise o Carpenter Brut son algunos de los respresentantes de un nuevo movimiento conocido como Synth Wave.
La interdisciplinaridad de Curtocircuito queda reflejada no sólo en las diferentes secciones que componen Alrededor del Sonido, con performances y conferencias si no también en los distintos conciertos que acompañan y amplían cada año el cartel del festival. Con motivo del concierto de Nightcrawler que tendrá lugar el jueves 4 de octubre en la Sala Capitol junto a Narcoléptica y 16 Pineapples, desde Curtocircuito nos apetecía hacer un artículo sobre el Synth Wave, corriente en la que se enmarca este artista, y la importancia que tuvieron los sintetizadores a lo largo de la historia de la música en el cine. Nos metemos en la cápsula espacial, ajustamos las LFO, subimos los osciladores y allá vamos...
En 1951, el estreno de The Day The Earth Stood Still marcaría un hito dentro de la historia del cine, siendo la primera película que incorporaba en su música original instrumentos electrónicos, concretamente un theremin. Este hecho pondría la primera piedra hacia el imaginario sonoro en el género de ciencia ficción.
The Day The Earth Stood Still (1951) - Robert Wise, música por Bernard Herrman
No sería hasta 1956, con el estreno del clásico Forbidden Planet, que se realizaría la primera banda sonora original hecha completamente a partir de sonidos producidos por aparatos electrónicos. Forbidden Planet fue a su vez el primer largometraje situado enteramente en el espacio exterior, un hecho que permitió a Louis y Bebe Barron, artífices de la música, imaginar todo un repertorio de sonidos que desde aquel momento pasarían a formar parte del imaginario colectivo, pues el espacio exterior carecía completamente de un renferente sonoro hasta aquel entonces.
Forbbiden Planet (1956) - Fred McLeod Wilcox, música por Louis & Bebe Barron
Cabe destacar en esta época, aunque más ligado a la producción musical y no al arte cinematográfico perse, las innovaciones que vinieron de mano de uno de los mayores genios de la producción musical de todos los tiempos: Joe Meek.
Su rompedor album de 1960, I Hear a New World: An Outer Space Fantasy, predijo no solo un futuro cuya música buscaba inspiración en el espacio exterior, sino también una forma completamente nueva de concebir esta disciplina musical, inspirando a posteriores productores y diseñadores sonoros.
El tema parece flotar y moverse electronicamente en el espacio, forjando un nuevo camino hacia el futuro. "Telstar" está plagado de técnicas pioneras en aquel momento como el overdubbing, incluyendo entre otras cosas una melodía ejecutada con uno de los primeros teclados electrónicos (o Clavioline), y el sonido de un "cohete" despegando, del cual se rumoreaba que era unha cinta de la descarga de agua de un inodoro reproducida en reverse.
I hear a new world (1960) - Joe Meek & The Blue Boys
En los años 60 surgió una nueva teclonogía que cambiaría la música del cine para siempre: el sintetizador. Alentada por el trabajo pioneiro de Wendy Carlos y el Taller Radiofónico de la BBC, esta innovación permitió a cineastas de bajo presupuesto la libertad de crear sus propias partituras, ya que las orquestras eran extremadamente caras. Mientras se producían un montón de músicas de calidad cuestionable mediante estos nuevos aparatos, algunos artistas transcenderon la forma e hicieron historia, introduciendo sonidos y melodías que pasarían a formar parte de la cultura popular para siempre.
Los años 60 nos trajeron la primera ronda de sintetizadores tal como los conocemos hoy: vastos teclados llenos de botones y luces escintilantes, imponentes racks enfermizos con millares de entradas y salidas y montones de knobs que retorcer para crear sonidos nunca antes imaginados.
Robert Moog agasajó al mundo con una nueva ola de sintetizadores comercializables en los años 70, y redefinió lo que pensamos cómo el "sonido del futuro", en resumen: una amalgama de formas de onda básicas, orquestadas de cualquier manera imaginable.
Uno de los fenómenos más interesantes que se devinieron de este fenómeno fue la rapidez con la que se adoptaron los sonidos sintetizados en la representación de nuestra visión del "futuro", ya que conformaban el sonido aparentemente “obvio” del mismo. Esto derivó en el hecho de que los sintetizadores se convirtiesen en elementos indispensables de las bandas sonoras en las películas de ciencia ficción o de ambientación futurista. Repasaremos ahora algunas bandas sonoras icónicas creadas a partir de estos instrumentos.
A Clockwork Orange (1971) - Stanley Kubrick, música por Wendy Carlos.
En 1971, Wendy Carlos cautivó, confundió y asustó al público acompañando la misteriosa obra maestra de Kubrick, A Clockwork Orange, con arreglos increíbles llenos de sintetizadores y vocoder a partir de piezas clásicas. Al hacerlo, Carlos vinculó magistralmente el drama psicológico de las obras de Beethoven a la trama de la película, y agregó otra capa asociativa a la conexión con el futuro distópico en el que deambula el film.
Cabe destacar en esta época también la inclusión de sintetizadores en otra obra maestra del séptimo arte, dirigida por Francis Ford Coppola, Apocalypse Now (1979).
Apocalypse Now (1979) - Francis Ford Coppola, música por Francis and Carmine Coppola.
Sería también a finales de este período cuando John Carpenter, músico y director de cine, realizaría la BSO de una de sus obras más conocidas, Assault on Precinct 13, y marcaría una línea estilística en la música en los géneros de terror, ciencia ficción y serie B durante toda la década de los 80.
Películas como Halloween (1978), The Fog (1980) Escape from New York (1981) ou The Thing (1982) se convirtieron instantáneamente en clásicos tanto por las icónicas imágenes que dejaron para la posteridad como por sus bandas sonoras.
La aparición a principios de los años 80 de los primeros sintetizadores digitales, como el icónico Yamaha DX-7, y los E-Mu Systems permitieron la democratización de este tipo de dispositivos y su popularización tanto en la música popular (de la que surgieron géneros como el Synth Pop, que bebía de las influencias de la New Wave), como en la música compuesta para cine.
Será durante este período cuando compositores como Giorgio Moroder, Vangelis, Howard Shore, y artistas como Tangerine Dream crearán las BSO más relevantes de la década usando estos nuevos aparatos, que inspiraron e influenciaron a innumerables productores y DJs a posteriori a través de sus composiciones. Escape From New York se convirtió en un clásico de culto de la época, con Carpenter formando equipo con Alan Howarth para producir una banda sonora oscura y vanguardista que continúa siendo un sueño húmedo para los amantes del género.
Será el clásico de Ridley Scott, Blade Runner (1982), el que acabará de marcar en el fondo de la psique popular la concepción de los sonidos del futuro para siempre, gracias a la magistral BSO creada por Vangelis.
La surrealistas y espeluznantes composiciones sonoras de Howard Shore para la película de David Cronenberg Videodrome (1982) fueron revolucionarias en su momento por la combinación de música orquestada tradicional con instrumentación electrónica programada en un sintetizador digital Synclavier II.
También las piezas creadas por John Harrison para el clásico zombie de George A. Romero de 1985 Day of the Dead son algunas de las mejores demostraciones de la presencia de este tipo de sonidos en el terror de los 80 y abrió la veda al la serie Z, reconociendo a Romero como padre de este particular subgénero. La BSO de Day of the dead se muestra repleta de los primeros motivos de synth-pop, extraños bajos de funk, aleacións de percusión electrónica y matices de la power- balladry de la época.
El Synth Wave: Cabezas de neón.
Pese a que los sintetizadores pasaron de moda durante casi dos décadas, han vuelto a resurgir en la cultura mainstream y los sonidos e imaginarios creados durante los años 80 se han abierto camino desde la tumba, como si de un filme de serie Z se tratase, en la cultura de masas actual y en la música popular. John Carpenter se embarcó en una inesperada segunda carrera como estrella de rock, la BSO de la serie de TV Stranger Things creada por SURVIVE emocionó a nuevas audiencias, y compositores contemporáneos como Cliff Martinez y Disasterpeace llevaron a un nuevo nivel las enseñanzas de estos pioneros a las reverenciadas películas Drive (2011) y It Follows (2014), respectivamente. Más de 30 años después, esas composiciones clásicas inspiraron a una generación completamente nueva.
Ligado a esto, en el panorama musical comienza a generarse, gracias a la aparición de espacios como MySpace o Bandcamp, una nueva escea durante los primeros 2000 que ponía su atención en este imaginario 80’ s centrándose sobre todo en mundos postapocalípticos, paisajes de neón, distopías, retrofuturismo, mullets y gafas de sol. Artistas como Com Truise, Kavinsky, Carpenter Brut o el barcelonés Nightcrawler construyeron una nueva narrativa musical a partir de la resignificación de los arpegios, cajas de ritmo, y símbolos que marcaron a toda una generación en un nuevo género que se dio a conocer como Synth Wave.